¿Puede volver don Quijote y Sancho Panza a nuestra sociedad? ¿crees en los milagros, en los fantasmas, en las apariciones?
EL HOYO es una película española de Netflix cuya base de partida es una cárcel, futurista, donde los condenados conviven de dos en dos por planta en una celdas que tan solo tienen un camastro, un lavabo y un inodoro, abiertos. En el centro se abre un gran hueco, el hoyo, única forma visible de comunicación entre celdas. Así que, de forma vertical, varios pisos albergan una siniestra penitenciaría. Y los reclusos son trasladados aleatoriamente, entre sus pisos. Lo de la comida es otro tema inquietante.
Pero la película es mucho más, es de esas donde una frase constituye un punto sin retorno, una clave para entender el final. Donde cada personaje que aparece al menos dos veces, tiene una gran transcendencia. No es de terror, no es de violencia, no produce especial angustia, pero tiene todas esas sensaciones y más.
Lo primero que vemos es la lujosa e impoluta cocina de lo que podemos figurarnos que es un exclusivo servicio, con muchos cocineros y muchos más ayudantes. Y con un exigente jefe de cocina, elegante, maduro... que busca al culpable de que haya un pelo en un postre que ha venido devuelto. Nadie puede imaginarse lo que a continuación va a presentarnos la historia, una sórdida cárcel.
Lo segundo que percibimos es el sentido de esa cárcel. Las celdas de más arriba comen a placer, las celdas de más abajo, comen si sobra ¿hasta que nivel?, ni la propia persona que aparece como entrevistadora de quienes van a entrar, lo sabe. No hay comunicación entre piso y piso, incluso cualquier intento de contacto se castiga entre los mismos ocupantes de las celdas, que cada mes cambian aleatoriamente de planta. Pero nuestro Quijote, o nuestro Mesías, va a intentar romper el sistema tras conocerlo y sufrirlo.
¿Es ese el mensaje? realmente al menos, no es el único. Se habla del final del hoyo, piso doscientos y pico, pero al final no, es el 333, curiosos número para los amantes de la especulación, porque en sí mismo ya tiene un significado, pero también otro más rebuscado: si hay dos presos por planta, hay 666 encarcelados.
El hecho de que el protagonista, delgado y alto entre voluntariamente en ese mundo de locura con un ejemplar de El Quijote bajo el brazo, no es baladí. Si lo hubiera hecho con una Biblia quizá sería más polémico. Pero su primer compañero es una especie de Sancho Panza, mayor, bajito, regordete y con chascarrillos muy campechanos, con la sabiduría que da la escuela de la vida.
¿Y quién es esa que sube y baja por la plataforma?
El final deja cientos (es un decir) de incógnitas, pero no quiero planteártelas porque te destrozo la película. Eso sí, no te pierdas ni un detalle, no te desprendas de ninguna frase. Y no te creas todo lo que ves, o mejor sí, pero conviértela en pasiva, es decir, en lo contrario de lo que aparente decir. Deja todas las puertas abiertas, "cómete El Quijote" para que no te despiste. Y el final ¿es real?... dilo tú.
Sororidad, fraternidad, solidaridad, equilibrio social... te sonará.
@ 2020 by Santiago Navas Fernández
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