miércoles, 18 de marzo de 2015





Tal vez, cuando despierte mañana, estés ahí, sobre tu máquina de escribir, tejiendo historias, haciendo planes, preparando tu próximo viaje o tu siguiente entrevista.
Tal vez nuestra casa jamás pierda el color ni la forma. Se convierta en el santuario donde habitemos los dos en solitario, como fantasmas, a salvo de la enfermedad, del dolor, de la muerte,
Tal vez si abro los ojos con fuerza, con determinación, con el suficiente deseo y la suficiente fe, aún te encuentre a mi lado, entre las sábanas. Y vuelva a sentir tu calor.

Tal vez yo no sea Jaime y ni tu Lucía, o viceversa, porque ya estoy tan dentro de ti como tu de mi y ya no sé quien es quien, si yo soy el del espejo o si soy la del retrato sobre la mesilla de noche.
Tal vez el amor mueve montañas, pero lo que no hace es cruzar el espacio, y menos la frontera que cruzan los muertos. Donde tu te fuiste, yo no puedo seguirte. Y no es por que no desee estar contigo, es simplemente que no, que no puedo, que no siento ni fuerzas, ni deseo, ni estímulo, ni ansiedad, que no, que no siento, nada de nada.
Tal vez esta tarde o esta noche, o la hora que quiera que sea esta en la que vivimos ahora mismo, sea sólo el duro espacio de tiempo que media entre tu despedida y nuestro reencuentro.
Tal vez los colores sólo sean una máscara y el rojo de tu sangre sea el único real. De esa sangre que derramaste aquella noche en aquel horrible lugar donde fuiste humillada, o en aquel hospital donde arrancaron de tus entrañas el fruto de aquella brutalidad.
Tal vez, ojalá, esta vida no acabara nunca y tu estuvieras a mi lado para compartirlo y recorrer aquellas serenas calles, 
Amor.


lunes, 16 de marzo de 2015




Si necesitas la aprobación constante, es que algo te falta: ser tu propia alma. Si no tomas la mochila y te vas, porque tal vez alguien le duela o se quede solo, o sufra sola, es que no puedes ni vivir siquiera.

No pongas el pretexto del amor. Sé como Lucía (la protagonista de "Cuando el viento deja de soplar"), conserva el amor, el corazón lleno para derramarlo en otros ojos, pero a la vez, haz eso sin lo que no puedes vivir y que te empuja a volar.

Si quieres ser tu mismo o tu misma, deja de pensar en lo que pensarán. Hazlo. Ve o quédate, pero haz lo que creas que debes hacer y no mires atrás.


miércoles, 11 de marzo de 2015

sábado, 7 de marzo de 2015




Aquél libro viejo no era nada en particular, uno más (sin quitarle importancia) de la colección de antiguos que iba a incrementar mi biblioteca. No fue el único que adquirí ese día, no. 
Sin embargo, era el único que contenía algo más que una historia impresa, en su interior una vieja cuartilla amarillenta contenía una carta de amor. Una carta escrita a mano, una carta dedicada a una persona concreta, no a quien la encontrara, no: ¡a una persona concreta!.
Tal vez esa persona la guardó, ocultándola de ojos indiscretos, para leerla más tarde, y tal vez, en honor a tal intención, se convirtió en su libro de cabecera, ese que todos abrazamos y llevamos siempre con nosotros. Tal vez ni llegó jamás a leer el libro y sólo fue el joyero de su secreto ... y ahí quedó la misiva, para que un día la encontrará un coleccionista de libros viejos.