martes, 9 de septiembre de 2014





“... Es como el primer amor de tu vida, ¿no lo recuerdas con un infinito cariño?. Ya pueden pasar años y años, que cuantos más pasen, más lo recuerdas, porque fue un amor verdadero que sobrevivirá al tiempo y al espacio”, se quedaba mirándome fijamente con sus ojos brillantes como estrellitas en la noche, esperando que yo asimilara el razonamiento “¿O acaso conoces a alguien que hable mal de su primer amor? ...”


CUANDO EL VIENTO DEJA DE SOPLAR


Todos hemos tenido un primer amor, fuerte y alegre como la primavera, pero llegó el verano y se agostó de si mismo. O lo superaba, y con la llegada del otoño, vestidos de un color nostálgico y vida prestada, quedaban al calor mutuo que buscan los cuerpos en el invierno. Todos hemos tenido un primer amor ... una primavera, un verano, un otoño y un invierno ... y luego otro ciclo. Así es la vida.





Anoche cogiste entre tus dedos la luna y la llevaste al cielo, para que brillara el mundo entero.


He de dejar constancia aquí, en público, de una de las mejores críticas que ha recibido CUANDO EL VIENTO DEJA DE SOPLAR, me la dio personalmente ayer Eva Anton, compradora y lectora, me habló de la extraordinaria sensibilidad que destilaba la carta de Lucía, que el pensamiento se asemejaba a lo que cualquier mujer sentiría. 


Gracias amiga, es lo que pretendía, expresarme como si fuera una mujer, para lo que me dediqué a escuchar testimonios reales.