viernes, 25 de septiembre de 2015




Cuando oyes tañer las campanas, sin que las llegues a ver.
Cuando ves que hace las maletas, sin tener por qué.
Cuando el hambre huye y la noche se vuelve fría y eterna.
Cuando la música se transforma en ruido
y el azul de cielo pierde su color y el sol su calor,
sin que nadie más lo note.
Cuando la ropa que te abriga y el calzado que te viste
pierden su forma y se deja caer sobre ti.
Cuando la ilusión sólo es un título en los programas de televisión
o el futuro no llega más allá de diez minutos.
Cuando la sonrisa de un niño sólo te arranca una mueca.
Cuando el silencio es desagradable y el bullicio odioso.
Cuando la mirada no cuenta las rayas de las baldosas en el suelo.
Cuando el camino se te llena de rocas insalvables.
Cuando las velas se apagan, pero no es tu cumpleaños.
Cuando las ventanas no esquivan el invierno
aunque cierren herméticas.
Cuando ya no existen las palabras.
Cuando la oración es sueño.
Entonces es el momento, amiga. Ya ha llegado el adiós.