lunes, 18 de mayo de 2015


Los sueños pueden ser como agujas que se clavan profundas y revuelven la sangre hasta pudrirla. 
Los sueños son tristes y dolorosos cuando al despertar, reconocemos que es imposible cumplirlos.
Los sueños son almas condenadas, cuando nos llenan de lágrimas.
Pero los sueños no son nada cuando una voz nos despierta en la madrugada, acariciando nuestro oído. Unos labios rozan nuestra piel y nos erizan el vello.