martes, 17 de mayo de 2016




Solo es cuestión de perspectiva. De atreverse, de lanzarse.
Aunque no veamos el final del camino, incluso aunque parezca que el sendero se acaba, allí está.
Es cuestión de perspectiva.

Como cuando una mañana te asomas al espejo y ves a un desconocido con rostro cansado. No son las arrugas, no son las canas. No es que no hayas dormido. 
Es cuestión de perspectiva.
Como en la foto ¿se acaba ahí la carretera o es un efecto como el de la tierra, que es redonda y continúa donde se acaba?. Corremos a ver el final del mundo, pero el mundo se alarga y se hace imposible de abarcar.
Es cuestión de perspectiva, nada más.
Y es más sabio quien lo sabe ver. Más feliz, quien tiene la certeza de que el camino sigue, en un sinfín infinito. El sendero nunca se acaba.
Es, sólo, cuestión de perspectiva.