viernes, 25 de julio de 2014



Alguien dijo que las buenas historias no acaban nunca, que siempre tienen su epílogo, por eso lo puse, porque no es el final, pero sí la clave y, tal vez, el principio. De regalo a los más de 2.000 seguidores:

"EPILOGO

El viejo barrendero descansa el lomo de folios ya leídos sobre sus rodillas, mira al frente como el que mira al infinito y arquea la comisura de los labios recordando sensaciones enterradas en su pasado. No le gusta cómo acaba la historia. Jaime no puede quedarse en una melancolía infinita, su vida tiene que seguir, es muy joven aún, Lucía no puede convertirse en la losa que lo sepulte. ¡Cuántos años han pasado desde aquellos días!.

La tarde languidece al otro lado de los cristales. Tendrá que acostarse un rato si quiere descansar antes de ir al trabajo. A las 5 comienza su turno, cuando la ciudad duerme y los borrachos aún no piensan en volver a casa. Pero su mente no descansa y sueña con lo que ha leído y vuelve a vivir aquellos momentos tan atroces: el dolor de Lucía, el silencio de Jaime, el desprecio de sus antiguos compañeros.

De madrugada se levanta, está cansado, muy cansado y ante el espejo apenas se reconoce. Lleva tantos días así, como tantos leyendo y rumiando la historia. Le gustaría saber qué fue de Jaime. Pero tiene que ir a trabajar. Se viste su uniforme y prepara el bocadillo de media mañana.

Cuando va por fin a salir, recuerda algo, ..."

La historia acaba ..., no, la historia no acaba, es el libro el que acaba unas pocas líneas más adelante, te gustará leerlo hasta el final para poder comprender:



Los sueños, todos tenemos sueños, todos deseamos algo, como Juan Salvador Gaviota ... pero hay que perder el miedo a volar, el lastre de las alas no nos dejar ir allá donde realmente queremos.

Yo tengo un sueño, ustedes que me leen, tienen un sueño, ... hagámoslo ... quizá nos quedemos en el intento, pero al menos lo habremos intentado ...

Dedicado a las soñadoras como Lucía, la protagonista de CUANDO EL VIENTO DEJA DE SOPLAR, que perdió su vida en el intento. Cuando podía haber sido una mujer rica y aclamada, prefirió unos vaqueros y una vieja mochila de rayas para recorrer el mundo ayudando a enfermos. Y también a Jaime, que la supo amar.

Él fue su Pedro Gaviota ...

Y también dedicado a los más de 2.000 seguidores de la página en face, más de 400 en el blog, que tienen sueños como yo los tengo y los compartimos. Y a los que han comprado el libro, que ya saben de qué les hablo.

Y a V, que me pidió publicarlo cuando lo descubrió dormido entre miles de papeles.

...


Juan Salvador Gaviota ... Amanece