martes, 9 de junio de 2015




Tal vez fui yo quien te dejó marchar,
o puede que tu me dejaras a mi,
el caso es que ninguno de los dos
supimos reaccionar y volvernos a tiempo.

Doblaste la esquina de aquella calle anónima
yo me volví en dirección contraria,
me quedé con las ganas,
hubo un momento que creí verte volver,
aunque más bien lo soñé,
no querías nada, o no te atreviste,
o pensaste que no era oportuno,
o yo no me sentí seguro, quién sabe.
El caso es que te alejaste y sólo un rastro
del aroma de tu cuerpo, del color de tu pelo,
tembló en el ambiente con nostalgia
trazando la ausencia de tu despedida.
Mis piernas temblaban, debí volverme,
tus manos dudaban, debiste volver.
Pero nuestros labios quedaron secos
de los labios del otro, el alma vacía
y el corazón latiendo por lo que no supimos recoger.