martes, 2 de junio de 2015




Las cosas comunes, cotidianas, también dejan huella en el alma. Los objetos, los recuerdos concentrados en cosas concretas, llevan parte de nuestra vida escrita.
Hoy me he despedido del piso donde me recluí dos años. Un espacio totalmente hecho por mí. Un espacio que nunca sentí mío, sin embargo. Sabía que más pronto que tarde saldría de él, como sabía que los buenos momentos pasados, pesarían más que los malos y huirían conmigo.
Hoy dije adios y lo entregué a otras manos. No pude evitar una lágrima dejar correr.