sábado, 13 de junio de 2015



Nadie tenemos garantizado permanecer eternamente, a todos nos llega el día de decir adiós. Pero cuando esa despedida no da tiempo ni al rito de irse, de despedirse de los seres queridos y el mundo que creamos a nuestro alrededor, el camino se vuelve espinas para los que quedan.

Brillen estas velas junto a esta paloma de la Paz, por la amiga Maria, de Salvador de Bahía, que nos dejo apenas hace 24 horas, sumidos en la pena, con la riqueza de su recuerdo, inconsolable Livia, y los que vivieron con ella, conocedores de su cultura, de su generosidad, de su grandeza.
Hasta luego, amiga.





¿Sueños?, ¿qué sueños?.
¿Volver a vivir aquellos tiempos?.
De los cobardes nada se escribe, de los valientes una historia, de los temerarios el epitafio ...