viernes, 1 de agosto de 2014





" ... De la pared del apartamento de Lucía cuelgan otros pedazos de su vida, jirones del corazón en forma de máscaras, abalorios, trozos de tela que yo no sé identificar pero que multitud de veces me explicó su significado y procedencia. Por las esquinas de la casa, sobre los muebles, dentro de la vitrina, en la habitación, en los cajones dormidos …, se distribuyen gran cantidad de objetos traídos de sus agotadores viajes. Cada uno guarda un trocito de historia, de la historia del lugar donde estuvo semanas o meses. Son gotas que van arrullando los recuerdos de la vida en común, de sus ausencias, de mis largas esperas, de sus silencios de días, de sus traumas y de sus lágrimas mudas. Igual que entonces, durante sus largos eclipses, ahora, en el silencio del apartamento donde vivimos nuestra historia de amor, me sirven para mantener viva su presencia, el aroma de su perfume tan personal e inconfundible, tan natural y penetrante, que aprendí a distinguir como un perro de compañía, que ladra nervioso mucho antes que su ama llegue a su lado ..."