martes, 29 de julio de 2014


A veces conviene encerrarse en tu propio corazón, en tu propia mente y hacer limpieza. No voy a contar el paso de la crisálida, no. Lo cambio por el lenguaje de la vida vegetal, del azahar que se transforma en limón, del penetrante olor de las noches cálidas, el dulzor de un paseo junto al río con el profundo aroma que arruma desde las aceras, del color vivo, hasta el amarillo que rompe con el verde cotidiano de las hojas, que nos sugiere calor y a la vez refresco de agua y azúcar.

A veces conviene pararse a mirar cómo la naturaleza nos va jalonando el camino de ejemplos. El azahar, el limonero, si uno es bello y aromático, el otro no lo es menos y sin embargo, ambos a la vez no pueden ser, primero uno luego otro.

Ahí está, sal, mira la vida y encontrarás miles de razones para vivirla. Limpia tu alma, limpia tu mente, limpia tu corazón, deja hueco para que entre la belleza, las sensaciones.

Jaime ¿lo harás?.

Y Jaime lo hizo, se desprendió de todo lo negro y negativo y se lanzó a la conquista de lo realmente importante, los mejores recuerdos de Lucía. Porque la amaba. 
Y eso ocurre "cuando el viento deja de soplar".