sábado, 5 de marzo de 2022

ATARDECER Nº 10. DESDE VALDEBEBAS-FELIPE VI.






El crepúsculo es el aperitivo de la noche.

Ramón Gómez de la Serna

El Parque Forestal de Valdebebas - Felipe VI, o viceversa, se alza sobre una cornisa natural desde la que, a la hora adecuada, podemos observar un precioso atardecer y, quizá más tarde, un cielo realmente brillante si las estrellas hacen el favor de asomarse. También veremos la Sierra de Madrid y podemos seguir buscando en el horizonte el infinito, pues nos ofrece la ventaja de que, girando sobre nuestros pies, las vistas no acaban nunca, ni tenemos un montículo o edifico delante que nos tape la vista prácticamente de nada, quizá algún Pino aún no suficientemente crecido, una encinilla enana u otra modalidad de Quercus de los muchos que habitan en nuestro clima. En la foto superior se pueden ver las Cuatro Torres, con la quinta en medio, luego dos torres que parecen gemelas, ubicabas en el barrio de Las Tablas y a continuación el sol asomándose por el arco que forma el famoso edificio de viviendas de Sanchinarro. Si queréis más detalles de estos barrios y esos edificios, al final os dejo enlaces a las Zancadas de Santi Navas.

En el capítulo 10 de El Principito, éste viaja hasta un asteroide donde se encuentra con un rey y mantiene una conversación con él. Seleccionaré sólo algunos pasajes:

- Es contrario a la etiqueta bostezar en presencia de un rey -le dijo el monarca. Te lo prohíbo.

- No puedo evitarlo -respondió El Principito muy confundido - Hice un largo viaje y no he dormido...

- Entonces -le dijo el rey- te ordeno bostezar.

El rey jamás había recibido a un súbdito, vivía solo en un asteroide tan pequeño que cuando mandó sentarse a El Principito, éste se quedó de pie porque no había dónde y el suelo era parte de la gran capa de armiño del monarca.

...si yo ordenara a un general convertirse en ave marina, y si el general no obedeciera, no sería la culpa del general. Sería mi culpa.

El monarca era un rey absoluto que no toleraba la indisciplina, ni siquiera entre las estrellas, sobre las cuales también reinaba, por lo que se esforzaba en dar órdenes razonables.

- Exacto. Debe exigirse de cada uno lo que cada uno puede dar -prosiguió el rey.- La autoridad se fundamenta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia porque mis órdenes son razonables.

Claro que para El Principito esto no era suficiente. Por eso le había dicho antes:

- Quisiera ver una puesta de sol... Tenga la bondad... Ordénele al sol ocultarse... 

Así que volvió a insistir:

- ¿Y mi puesta de sol? -recordó El Principito, que nunca olvidaba una pregunta una vez que la había formulado.

- Tu puesta de sol, la tendrás. Yo la exigiré. Pero esperaré, con mi ciencia de gobernante, que las condiciones sean favorables.

- ¿Cuándo será eso? -se informó El Principito.

- ¡Hem! ¡hem! –le respondió el rey, que consultó primero un gran calendario,- ¡hem! ¡hem! será a eso de... a eso de... ¡será esta tarde a eso de las siete horas cuarenta! Y ya verás cómo soy obedecido.

¡Ay, Principito!... No pudo convencerle el rey de que se quedara, como no pudo él convencer al rey de que le mandara irse, pero sí fue éste el que dijo la última palabra:

- Te hago mi embajador -se apresuró a gritar el rey.

Tenía un gran aspecto de autoridad.

Los adultos son muy extraños, se dijo a sí mismo el principito durante su viaje.

Sí, los adultos somos muy extraños. No miramos los atardeceres y damos órdenes extrañas que no gustan a los que las reciben. ¡Vaya, pues va a ser eso!


Ver Los 43 atardeceres de El Principito en Madrid

@ 2022 by Santiago Navas Fernández.

P.D.- Enlaces:

Cuatro Torres, pincha aquí.

Barrio Las Tablas, pincha aquí.

Barrio Sanchinarro, pincha aquí.

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