sábado, 15 de noviembre de 2014





Si un dia, al volver la vista atrás,
(aunque sólo sea para tomar impulso)
me diera cuenta que he dejado algo
sin hacer, por el egoísmo,
o si no hubiera dado el beso de consuelo
que esos ojos me pedían,
si así fuera,
o si hubiera depreciado una fe,
una persona, un color, una idea,
porque no me gustaba y la hubiera
despreciado, humillado, envilecido,
si así fuera,
no me perdonaría.

Pero sí me perdonaría la pereza de una tarde de sábado,
la nostalgia de una vida anterior,
el no hacer la cama cada día,
o el dejar un libro sin acabar de leer.

Nunca una foto sin hacer.


lunes, 10 de noviembre de 2014




Un lector, cuyo nombre coincide con el protagonista, nos envía esta foto con una selección del texto, una exaltación del amor que explica en sus diarios,

domingo, 9 de noviembre de 2014




La sugerencia de una lectora, Pilar Abreu, la página 145, el párrafo dice:

Sus labios eran mis labios, sus miradas más intensas eran mías, sus goces secretos, sus murmullos, sus noches de pasión o sus noches de sufrimiento, que igual pasamos unas que otras, eran totalmente mías. Sus ojos se habían clavado tantas veces en los míos y sin decir palabra me lo habían dicho todo que ya mucho antes de ella irse había comprendido que algo pasaba, algo que la hacía sufrir, algo que no era bueno. Esa era mi Lucía, esa, mía y de nadie más, porque yo luché por ella, porque la entregué todo y ella todo me lo dio. No fue un regalo, fue un intercambio, porque podíamos hablar y decir lo mismo, porque pensábamos igual pero éramos distintos. Porque el mar y el desierto cohabitaban en nuestro dormitorio sin que se enfrentaran jamás, porque no había diferencias, cada cual era cada uno y cada uno era cada cual y tenía su vida propia y a la vez era vida común y se enlazaban nuestros actos, como se enlazan las lianas en las ramas y viven los unos de los otros y gracias a los otros sin dañarse pero alimentándose mutuamente, en una simbiosis perfecta. Porque podíamos pasar días y semanas sin vernos para luego recibirnos como si sólo hubieran sido segundos de ausencia. Porque hacíamos el amor y no nos cansaba. Porque … éramos dos y uno a la vez.



viernes, 7 de noviembre de 2014





Si algo nos favorece ¿a quién se le ocurre cambiarlo?. Y si nos perjudica ¿podemos cambiarlo o no depende de nosotros?, si podemos, hagámoslo, si no podemos, dejemos de lamentarnos y busquemos cómo mejorar.


martes, 4 de noviembre de 2014

página 129




" ... Madrid le duele al viajero que regresa con las maletas repletas de recuerdos. Madrid se rompe a los pies de quien regresa cargado de dolor, cansado. Pero Madrid le tiende los brazos envueltos en una sonrisa, pues la vida que esconde es mucha, a quien llega con la fe como única moneda en sus bolsillos ..."

página 129 ...

lunes, 3 de noviembre de 2014




- Cuando el viento deje de soplar, será porque todos los males han desparecido – le dijo su abuelo un día.

Los mismos acantilados que le llaman extendiendo sus fatales brazos y le tientan como si fueran imán fabricado con la peor escoria, le atraen con sus oscuros ojos pero no consiguen abrazarlo, “jamás me atraparán” se dice a sí mismo.

Página  68,  de  "CUANDO EL VIENTO DEJA DE SOPLAR". 


jueves, 30 de octubre de 2014



Horas de encuentro consigo mismo, el silencio, o mejor, un rumor lejano de conversaciones y tráfico intenso, que acompaña pero no molesta, que deja pensar y verse sentado en las manecillas del reloj, repasando cualquier fantasía, cualquier sueño, humano, siempre humano, aunque a veces no se sea capaz de confesarlo. Son tantos habitantes rumiando entre el pelo, pujando por alcanzar el primer puesto y salir a la palestra de su dueño. Otras veces escondidos en lo recóndito, se niegan a aparecer aunque son convocados, parece que olvidamos aquello, pero no, ahí sigue, solo que no quiere salir a bailar a nuestro lado, ni hoy ni mañana, tal vez pasado o dentro de mil años.

Es el tic tac monótono que nos permite encontrarnos con nosotros mismos, como el minutero con el horario, aún no siendo el mediodía o la medianoche. Y la cabeza libre cual caballo desbocado, inflige tiranía sobre las manos, las piernas y el resto de órganos que se erizan ante la pantalla del cine de nuestra propia fantasía. Y componemos la película, aún con protagonistas que ni los habíamos estimado presentarse, pero aquí están, ¿por qué?. Para luego hacernos sentir culpables o felices.