He de dejar constancia aquí, en público, de una de las mejores críticas que ha recibido CUANDO EL VIENTO DEJA DE SOPLAR, me la dio personalmente ayer Eva Anton, compradora y lectora, me habló de la extraordinaria sensibilidad que destilaba la carta de Lucía, que el pensamiento se asemejaba a lo que cualquier mujer sentiría. 

Gracias amiga, es lo que pretendía, expresarme como si fuera una mujer, para lo que me dediqué a escuchar testimonios reales.

Entre tu cabello sedoso duermen mil sueños, 
cuando mis dedos se enredan en ellos,
alcanzo el éxtasis de la sensibilidad.
Tendidos sobre la almohada, desnudos,
son la tentación de mis deseos.
No me los quites nunca, ni siquiera al dormir.

"... Amor mío, si no vuelvo, guárdame en un rincón y sé feliz, te lo pido por nuestro amor, por mi amor, por tu amor y por tantos besos que se quedan por entregar,

Lucía."

CUANDO EL VIENTO DEJA DE SOPLAR

Entre candilejas (pincha)

Entre candilejas ... llegaste a mi ... tu juventud ... no, la edad no es el problema, para el amor y ... para ... casi nada. La juventud es una etapa, pero también un estado ... el amor es un sentimiento, no un bolígrafo que se acaba, el amor siempre nace ... otra vez, renovado, valiente, pujante.

La música y la letra. Pongamos cada uno una cosa. Tu la música, yo la letra ... yo la letra, tu la música, pero amémonos, entre candilejas, en medio de la exposición, del arte, ... de la pasión.

Tu has llegado, pero yo no me voy, contradigamos la letra, pero sólo en esto.

El amor es amor ... amar es darse sin límite, decía Jaime.

- Si no eres capaz de confiar en lo que dices amar ¿qué haces todavía aquí?

Quien se preocupa por contar qué, se olvida del cómo, del cuándo y del dónde. Mirar hacia la felicidad, que siempre está a un paso por llegar, obliga a que la lluvia escurra por el cristal.

Si lo que das no es bastante, da más.