Tengo tantas palabras metidas en la cabeza.
Tengo tantas ideas bullendo como una olla cuando está a punto de romper.
Tengo tantas imágenes acumuladas en la periferia de la pupila de mi imaginación.
Que parezco un desierto blanco sobre cielo azul, cuajado e inerte, dormido sobre las manecillas del reloj, que da vueltas y vueltas arrastrando tras de sí mi atónita mirada.
Tengo que romper y lanzar al aire las flores cortadas, dejar el jarrón en el suelo y esperar a que caigan en el orden adecuado.
Este es ese voraz momento del parto, ahí está, todo listo, sólo falta sentarse y enlazar una perla tras otra para hacer el collar.
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