Aquellos lugares que fueron algo, como gloria efímera, se van quedando en el recuerdo de los libros de Historia, mientras el tiempo los vence y devora.
El alma humana se rebela y no quiere ser sentencia de esa condena, no quiere rendirse al olvido, quiere dejar su huella. A veces los hombres y las mujeres olvidamos que para transcender sólo es necesaria otra generación. Que la gloria del mundo se cruza con la muerte y aquí se queda.
Le damos importancia a lo que no la tiene.
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