viernes, 23 de diciembre de 2016






Querido diario ... ¿y si nada fuera tal y como lo vemos? ¿Y si fuéramos capaces de ver el color a través de unos cristales opacos?
Querido diario ... la luz se sumerge en los sueños para cargarlos de energía durante la noche. Y de mañana, que podamos sonreír ¡bendito día! que así comienza.
El color vive al otro lado del ojo cerrado, sólo hay que abrirlo para verlo, querido diario, y tu deberías saberlo.

martes, 27 de septiembre de 2016

Sueños para descongelar




Tengo un par de sueños en la nevera, que me gustaría descongelar.
Puede que mañana sea el día y esta noche el momento.
La ilusión me araña pero la obligación me corroe los pies.
Las palomas que me observan, no son blancas con una ramita de olivo, son oscuras ratas voladoras y cagonas.


Voy a descongelar un par de sueños a ver si los puedo digerir.
Irán los primeros en la lista de cosas que tengo que hacer antes de irme de aquí. No sea que me pille fumando y mirando la luna.

Que, Becquer, el tiempo perdido nadie sabe a dónde va, ni tu siquiera. Que la risa es el opio de los descuidados, cuando sólo es risa sin motivo ni razón. Y que la hierba es verde porque así se decidió, pero no hay más por qué, ni que volverse loco pensándolo.

Voy a por mis sueños. Y ya os contaré. Descansad si podéis, que yo no podré.

martes, 17 de mayo de 2016




Solo es cuestión de perspectiva. De atreverse, de lanzarse.
Aunque no veamos el final del camino, incluso aunque parezca que el sendero se acaba, allí está.
Es cuestión de perspectiva.

Como cuando una mañana te asomas al espejo y ves a un desconocido con rostro cansado. No son las arrugas, no son las canas. No es que no hayas dormido. 
Es cuestión de perspectiva.
Como en la foto ¿se acaba ahí la carretera o es un efecto como el de la tierra, que es redonda y continúa donde se acaba?. Corremos a ver el final del mundo, pero el mundo se alarga y se hace imposible de abarcar.
Es cuestión de perspectiva, nada más.
Y es más sabio quien lo sabe ver. Más feliz, quien tiene la certeza de que el camino sigue, en un sinfín infinito. El sendero nunca se acaba.
Es, sólo, cuestión de perspectiva.

viernes, 13 de mayo de 2016



Recuerdo cuando dormía y me despertabas.
Sentía la puerta abrirse,
despacio, muy despacio,
intentando que no sonara,
pero ese instinto que todos tenemos
me despertaba.

El ruido de la puerta era la forma de romper el silencio,
de abandonar mi supina soledad.
El ruido de la puerta por la noche, que me despertaba,
era mi compañía,
me devolvía al mundo,
me entregaba contra las sábanas.
Y me volvía a dormir seguro y tranquilo.
"Ya está aquí´", pensaba.
Y me revolvía en la almohada y me arrullaba el sosiego.
Ahora echo de menos aquel ruido
y el de las llaves de la luz: pasillo, cocina, baño, ...
y la puerta de tu habitación que se cerraba.
"Hasta mañana, que descanses."
Ya puedo dormir tranquilo.
Y ahora lo echo de menos.